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La Buena Noticia de Dios para los hijos del reino

¿PROCEDEN REALMENTE DE DIOS LAS

BUENAS NUEVAS?

21 de septiembre 2012

 

 

    Aquí nos proponemos contestar las siguientes cuatro preguntas: (1) ¿Quién es el autor de la Biblia? (2) ¿Cómo podemos saber que la Biblia contiene la verdad (3) ¿De qué trata la Biblia? (4) ¿Cómo podemos entender la Biblia? Al contestar estas preguntas aumentará nuestra confianza en que las buenas nuevas, según se explican en la Biblia, son dignas de nuestra confianza.


    Como las respuestas a las tres primeras preguntas están interconectadas, las vamos a contestar juntas. Y luego continuaremos dando la respuesta a la cuarta pregunta.


1. ¿Quién es el autor de la Biblia?
2. ¿Cómo podemos saber que la Biblia contiene la verdad?
3. ¿De qué trata la Biblia?


    La respuesta corta a la primera pregunta es que Dios es el autor de la Biblia según lo indicó el apóstol Pablo en sus palabras a Timoteo:

 

"Toda Escritura es inspirada de Dios y provechosa para enseñar, para censurar, para rectificar las cosas, para disciplinar en justicia, para que el hombre de Dios sea enteramente competente [y esté] completamente equipado para toda buena obra."

– 2 Timoteo 3:16-17


    Esta respuesta ha satisfecho a millones. Sin embargo, una examine más profundo de la Biblia revela que la respuesta es mucho más compleja y requiere madurez de pensamiento, tiempo para reflexionar y una mente abierta y receptiva. A no ser que estas cualidades estén presentes en quien las examina, ésta persona podría tropezar. Sería como darle un pedazo de carme a un recién nacido. Aunque no hay nada de malo en comer carne, un pequeñuelo puede atragantarse. No ha desarrollado los dientes para masticarla, ni el estómago para digerirla. El resultado puede ser fatal. Así que a nuestros lectores que todavía no están listos para hacer tal examen, los animamos a que se enfoquen en las respuestas abreviadas y regresen a este material que contiene ideas más complejas cuando estén listos.

 

    A los que están listos para un examen maduro de los autores, la confiabilidad y contenido de la Biblia, los invitamos a considerar las siguientes ideas.

 

    La Biblia es una colección de 66 libros pequeños. Los primeros 39 libros, de Génesis a Malaquías, se les conoce como el "Antiguo Testamento o las "Escrituras Hebreas;" los siguientes 27 libros, de Mateo a Revelación, se les llama el "Antiguo Testamento" o las "Escrituras Griegas." A los Testigos de Jehová se nos ha enseñado a referirnos a estas dos secciones como las Escrituras Hebreas y las Escrituras Griegas Cristianas en vez del Antiguo y el Nuevo Testamento. Sin embargo, la distinción de "Viejo" y "Nuevo" nos ayuda a más claramente identificar el autor, evaluar su credibilidad, evaluar su contenido, y discernir su significado. Así que en el resto de este artículo, nos referiremos a las dos secciones de la Biblia como el Antiguo y Nuevo Testamento.

 

    Aunque las dos secciones se consideran partes de un libro unido, cada uno cubre un período distintivo en la historia humana y esta distinción es de gran relevancia. Podemos demarcar la distinción de manera sencilla así: el Antiguo Testamento contiene la revelación de Dios a los Judíos, mientras que el Nuevo Testamento contiene la revelación Cristiana de Dios.


El Antiguo Testamento


    El Antigüo Testamento es una colección de escritos sobre la historia y actividad de un pueblo que llegó a ser conocido como los Israelitas, los hebreos o los Judíos. Estos fueron los descendientes de Abrahán mediante su hijo Isaac, y mediante su hijo Jacob a quien se le cambió el nombre a Israel. (Éxodo 3:6) Los libros del Antiguo Testamento son principalmente de tres tipos: (1) los cinco libros de Moisés; (2) los profetas mayores y menores; y (3) los escritos generales, incluyendo poemas, canciones y relatos personales. Estos libros contienen lo mejor de los pensamientos más elevados y aspiraciones del pueblo Judío y son la mejor colección de sabiduría religiosa y verdad espiritual que se hubiera podido encontrar en el mundo de aquella época.

 

    Los libros de Moisés proveyeron al pueblo judío el código de la ley y los rituales asociados con ella. En los días de Moisés, el pueblo Judío era una tribu beduina oprimida, sin esperanza, y sin educación. Pero ellos eran la descendencia del patriarca Abrán, más tarde llamado Abrahán, quien demostró fe en el Dios que enseño el sumo sacerdote Melquisedec. (Génesis 14:18-20) Como resultado, Abrahán recibió una bendición especial:


"Y Jehová procedió a decir a Abrán: "Vete de tu país y de tus parientes y de la casa de tu padre al país que yo te mostraré; y haré de ti una nación grande y te bendeciré y de veras haré grande tu nombre; y resulta ser tú una bendición. Y ciertamente bendeciré a los que te bendigan, y al que invoque mal sobre ti lo maldeciré, y ciertamente se bendecirán por medio de ti todas las familias del suelo."

– Génesis 12:1-3

 

    Al paso del tiempo entre Abrahán y Moisés, el pueblo Judío había olvidado casi por completo a este Dios y desarrollaron una forma de adoración similar a la de las naciones vecinas en donde se adoraban muchos dioses. Pero había llegado el tiempo para que la promesa hecha a Abrahán cobrara importancia. Moisés, quien estaba enterado de dicha promesa, aceptó el reto heroico de animar a este pueblo desalentado y volverlos a la adoración del un solo Dios de Abrahán.

 

    El mismo Moisés era un extraordinaria combinación de líder militar, organizador social, y maestro religioso. Se puede decir, con buenos argumentos, que él fue el más importante maestro en la escena mundial antes de Jesús. Como tal, sin duda estaba al tanto de que el enorme reto de educar y refinar a este pueblo ignorante e iletrado sería un proceso gradual que se desarrollaría con el tiempo.

 

    Después de dejar el Egipto, leemos:

 

"Y Moisés subió al Dios [verdadero], y Jehová empezó a llamarlo de la montaña, diciendo: "Esto es lo que has de decir a la casa de Jacob y anunciar a los hijos de Israel: ‘Ustedes mismos han visto lo que hice a los egipcios, para llevarlos a ustedes sobre alas de águilas y traerlos a mí mismo. Y ahora si ustedes obedecen estrictamente mi voz y verdaderamente guardan mi pacto, entonces ciertamente llegarán a ser mi propiedad especial de entre todos los [demás] pueblos, porque toda la tierra me pertenece a mí. Y ustedes mismos llegarán a ser para mí un reino de sacerdotes y una nación santa'. Estas son las palabras que has de decir a los hijos de Israel".

– Éxodo 19:3-6


    La mente humana simple [elemental] responde más eficazmente al miedo que al amor. Piense como una padre enseña a su hijo pequeño. Al niño se le dan muchas reglas de conducta asociadas con disciplina y castigo. El niño responde, no por amor a sus padres, pero por temor al castigo, porque el amor piadoso basado en fe es la posesión de una mente espiritualmentemadura. (2 Tesalonicenses 3:2) Por lo tanto, cuando Moisés introdujo al pueblo este único Dios, lo presentó como un Dios grande e inspirador de temor. Y para mantenerlos enfocados en el único Dios, Moisés lo presenta como un Dios celoso y colérico (Éxodo 34:14; Deuteronomio 29:22-28) El aspecto de [la personalidad de] Dios que este pueblo simple apreciaba más no era el amor de Dios, sino su justicia.

 

    Los sucesores de Moisés continuaron enseñando conceptos sobre Dios de acuerdo con la luz de entendimiento de su época. Los libros de los profetas contienen consejo y corrección para el pueblo cuando este se descarriaba de las enseñanzas de Moisés, y predijeron un tiempo en el que la vida en la tierra sería verdaderamente pacífica. Las escrituras restantes fueron palabras de sabiduría y varias experiencias de las cuales podemos aprender mucho.

 

    Con el pasar del tiempo, su concepto de Dios maduró, de tal manera que para el tiempo de los profetas mayores, Dios había llegado a ser un Padre amoroso para la nación. (Isaías 63:16; Jeremías 31:9) Dios no había cambiado; el hombre había cambiado. El hombre progresó en su habilidad de comprender más completamente la naturaleza verdadera de Dios. Y esto explica por qué el Dios del Antiguo Testamento parece diferente del Dios del Nuevo Testamento, según lo enseño Jesús. Aun el profeta Jeremías le dijo a los Judíos que esperaran un cambio en su entendimiento de Dios:

 

"¡Mira! Vienen días —es la expresión de Jehová—, y ciertamente celebraré con la casa de Israel y con la casa de Judá un nuevo pacto; no uno como el pacto que celebré con sus antepasados en el día que los tomé de la mano para sacarlos de la tierra de Egipto, ‘el cual pacto mío ellos mismos quebrantaron, aunque yo mismo los poseía como dueño marital', es la expresión de Jehová." "Porque este es el pacto que celebraré con la casa de Israel después de aquellos días —es la expresión de Jehová—. Ciertamente pondré mi ley dentro de ellos, y en su corazón la escribiré. Y ciertamente llegaré a ser su Dios, y ellos mismos llegarán a ser mi pueblo." "Y ya no enseñarán cada uno a su compañero y cada uno a su hermano, diciendo: ‘¡Conozcan a Jehová!', porque todos ellos me conocerán, desde el menor de ellos aun hasta el mayor de ellos —es la expresión de Jehová—. Porque perdonaré su error, y no me acordaré más de su pecado."

– Jeremías 31:31-34

 

    El Antiguo Testamento sirvió como un maestro o tutor que estaba preparando la mente Judía para una revelación más grande y mejor sobre Dios, acompañada de una relación con Dios más estrecha y superior como se describe en el Nuevo Testamento. Como escribió Pablo:


"Sin embargo, antes que llegara la fe, estábamos guardados bajo ley, entregados juntos en custodia, esperando la fe que estaba destinada a ser revelada. Por consiguiente, la Ley ha llegado a ser nuestro tutor que nos conduce a Cristo, para que se nos declarara justos debido a fe. Pero ahora que ha llegado la fe, ya no estamos bajo tutor."

– Gálatas 3:23-25


    Regresando a nuestra pregunta, ¿quién es el autor de la Biblia?, podemos decir con toda confianza que el Antiguo Testamento fue inspirado por Dios, porque los hombres que escribieron esos 39 libros escribieron de acuerdo con el mejor entendimiento que tenían de Dios, de acuerdo con los que hasta ese momento se les había revelado acerca de él. Sin embargo al mismo tiempo, debemos decir que el Antiguo Testamento no contiene la revelación final, infalible, absoluta de la palabra de Dios; porque si ese fuera el caso, por qué dijo Jesús:

 

"Todas las cosas me han sido entregadas por mi Padre, y nadie conoce plenamente al Hijo sino el Padre, ni conoce nadie plenamente al Padre sino el Hijo, y cualquiera a quien el Hijo quiera revelarlo."

– Mateo 11:27


"No piensen que vine a destruir la Ley o los Profetas. No vine a destruir, sino a cumplir;"

– Mateo 5:17


    Y por qué escribiría el apóstol Pablo lo siguiente:


"Al decir él "un nuevo [pacto]" ha hecho anticuado al anterior. Ahora bien, lo que se hace anticuado y envejece está próximo a desvanecerse."

– Hebreos 8:13

 

"Porque tenemos conocimiento parcial y profetizamos parcialmente; pero cuando llegue lo que es completo, lo que es parcial será eliminado. Cuando yo era pequeñuelo, hablaba como pequeñuelo, pensaba como pequeñuelo, razonaba como pequeñuelo; pero ahora que he llegado a ser hombre, he eliminado las [cosas características] de pequeñuelo."

– 1 Corintios 13:9-11


"Así el espíritu santo aclara que el camino al lugar santo todavía no se había puesto de manifiesto entre tanto que estaba en pie la primera tienda. Esta misma [tienda] es una ilustración para el tiempo señalado que está aquí ahora, y en conformidad con tal [ilustración] se ofrecen tanto dádivas como sacrificios. Sin embargo, estos no pueden perfeccionar en cuanto a su conciencia al [hombre] que efectúa servicio sagrado, sino que tienen que ver solamente con alimentos y bebidas y diversos bautismos. Eran requisitos legales que tenían que ver con la carne y que fueron impuestos hasta el tiempo señalado para rectificar las cosas."

– Hebreos 9:8-10


    Este era un entendimiento más completo de Dios que estaba siendo revelado al "tiempo señalado." Esa es la revelación que contiene el Nuevo Testamento.


El Nuevo Testamento

 

    De todos los credos religiosos antiguos, la religión Judía con sus "Diez Mandamientos," fue la que desarrolló el estilo de vida de mayor calidad y moralidad superior, y continúa siendo así hasta el día de hoy. Como personas de ley, los Judíos tenían un orden social distintivo y único. Su estilo de vida, y las consecuencias de este patrón social, eran predecibles. Cuando combinamos la religión monoteísta y la posición geográfica de su ciudad, los Judíos hubieran podido proveer el lugar más seguro para que un monoteísta Dios de orden hubiera aparecido a la humanidad. En este contexto, Jesús apareció con un mensaje más grandioso y más universal —las buenas nuevas del reino de Dios. ¡Él enseño que Dios no era solamente el Dios de los Judíos, sino el Dios de todas las personas, y no solo el dios de todas las personas sino el Padre de todos —de cada uno individualmente! (Mateo 23:8-9)


    El ministerio de Jesús fue oral y palpable, queriendo decir que él habló y vivió sus enseñanzas. Es notable que él nunca dejo un registro escrito. El único relato que conocemos de que Cristo escribiera alguna vez fue cuando el escribió un mensaje críptico en la arena. (Juan 8:6) La renuencia de Jesús respecto a dejarnos sus propias escrituras pudiera explicar por qué les tomo tanto tiempo a sus seguidores publicar las narrativas acerca de la vida de Jesús. la escritura del libro de Mateo se dice que se completó en 41 C.E., Marcos en 60-65 C.E., Lucas en 56-58 C.E., y Juan en 98 C.E.

 

   Sin embargo, parece que inmediatamente después de la resurrección de Jesús, sus seguidores comenzaron a enviarse correspondencia escrita entre ellos hablando sobre Jesús, sus experiencias personales, y animándose unos otros a mantenerse firmes en la nueva fe que habían encontrado. La historia revela que había cientos de esas cartas circulando en los primeros siglos después de la muerte de Jesús.


    Pasando al cuarto siglo, la comunidad Cristiana estaba levemente organizada. No habían enseñanzas centralizadas o autoridad ni dogma [un credo religioso obligatorio], aparte de tener fe en Jesús y la promesa de estar en el cielo con el, y bautizarse para recibir el espíritu santo. Cada discípulo enseñaba de acuerdo con lo que entendía. Las congregaciones estaban organizadas alrededor de sus maestros más sobresalientes y en algunos casos, surgieron conflictos y descensiones sobre cuáles eran las verdaderas buenas nuevas, y si era necesario que los Gentiles convertidos al Cristianismo guardaran la Ley de Moisés. (Vea, por ejemplo, las cartas 1 Corintios; Gálatas; Colosenses; Hebreos.)

 

    A principios del siglo cuarto, el emperador romano Constantino reunió a los "padres de la iglesia" más prominentes en un esfuerzo por centralizar y codificar las enseñanzas cristianas. En este Concilio, llamado el Concilio de Nicea de 325 C.E., estos "padres de la iglesia" determinaron cuáles de los cientos de escritos cristianos podrían constituir las enseñanzas más aceptables acerca de Jesús. Tal como el apóstol Juan escribió:

 

"Hay, de hecho, muchas otras cosas también que Jesús hizo, que, si se escribieran alguna vez en odo detalle, supongo que el mundo mismo no podría contener los rollos que se escribieran."

– Juan 21:25


    En este concilio examinaron las cartas y notas más populares y seleccionaron, de entre todos, 27 escritos que ellos consideraron que representaban lo mejor de las enseñanzas de Jesús según ellos las entendían. Estos 27 escritos, que consistían en cuatro registros históricos de la vida de Jesús, un registro histórico de las actividades de los apóstoles, un libro de profecías, y 21 de las cientos de cartas que había en circulación, llegaron a componer el llamado "Nuevo Testamento."


    Desafortunadamente, la codificación de enseñanzas Cristianas aceptables cambio la naturaleza fluida y libre del cristianismo a una forma centralizada de las clases del clero y lego lo cual tuvo grandes, y no siempre positivas, implicaciones. De todas maneras, el trabajo de este concilio resultó ser un importante desarrollo en la preservación de suficientes de las enseñanzas de Jesús a tal grado que su potente efecto se puede sentir hasta nuestro día.

 

    Así que, con respecto a quién es el autor, sabemos que los escritores del Nuevo Testamento fueron hombres que escribieron acerca de Jesús y sus enseñanzas al grado que se lo permitieron sus habilidades y entendimiento, y así fueron inspiradas por Dios. Sin embargo, a excepción de las citas directas de las palabras de Jesús, estos escritos no son la palabra de Dios. En contraste, Juan escribió:


"En [el] principio la Palabra era, y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era un dios. Este estaba en [el] principio con Dios. Todas las cosas vinieron a existir por medio de él, y sin él ni siquiera una cosa vino a existir. Lo que ha venido a existir."

– Juan 1:1-3


"De modo que la Palabra vino a ser carne y residió entre nosotros, y tuvimos una vista de su gloria, gloria como la que pertenece a un hijo unigénito de parte de un padre; y estaba lleno de bondad inmerecida y verdad."

– Juan 1:14

 

    Sí, Jesús mismo es la palabra de Dios. El demostró el mensaje de Dios para la humanidad por la manera que vivió su vida. Así que, es mediante aprender de Jesús que aprendemos acerca de Dios, y lo que es la verdad, y el camino a la vida que lo es realmente:


"Jesús le dijo: "Yo soy el camino y la verdad y la vida. Nadie viene al Padre sino por mí."

– Juan 14:6


    Por lo tanto, aunque es cierto que podemos aprender mucho de los escritos que fueron inspirados por Dios, el verdadero conocimiento de la palabra de Dios solo puede obtenerse de un estudio de la vida y ministerio de Jesús. Es el ejemplo de Jesús el que tiene el verdadero poder de hacernos cambiar.

 

"Porque la palabra de Dios es viva, y ejerce poder, y es más aguda que toda espada de dos filos, y penetra hasta dividir entre alma y espíritu, y entre coyunturas y [su] tuétano, y puede discernir pensamientos e intenciones de[l] corazón."

– Hebreos 4:12


Las Buenas Nuevas Del Reino


    Así que aprendemos que el Antiguo Testamento sirvió como tutor o maestro que preparó la mente Judía para recibir las buenas nuevas (Gálatas 3:23-25), pero el Nuevo Testamento es el que contiene las buenas nuevas. Como lo explicó Pablo:


"Dios, que hace mucho habló en muchas ocasiones y de muchas maneras a nuestros antepasados por medio de los profetas, al fin de estos días nos ha hablado por medio de un Hijo, a quien nombró heredero de todas las cosas, y mediante el cual hizo los sistemas de cosas."

– Hebreos 1:1, 2

 

    Habiéndose puesto el fundamento [en el Antiguo Testamento] para el mensaje de las buenas nuevas, los judíos fueron la primera nación en ser invitada a participar en ella. Por esta razón el ministerio de Jesús primero se dirigió a miembros de su propia nación. Y aunque citó de profetas Judíos y sus escrituras, presento un nuevo mensaje que no estaba limitado solo a los Judíos. Era "vino nuevo" para "odres nuevos." (Marcos 2:21-22)


    Entonces, cuando hoy aspiramos comprender las buenas nuevas del Reino, necesitamos leer solamente en los escritos del Nuevo Testamento que contiene la palabra de Dios como la habló y la vivió Cristo Jesús.

 

"Por causa de esto doblo mis rodillas ante el Padre, a quien toda familia en el cielo y en la tierra debe su nombre, a fin de que les conceda, según las riquezas de su gloria, que sean hechos poderosos en el hombre que son en el interior, con poder mediante el espíritu de él, que mediante la fe [de ustedes] el Cristo more en sus corazones con amor; para que estén arraigados y establecidos sobre el fundamento, a fin de que sean enteramente capaces de comprender [mentalmente] con todos los santos cuál es la anchura y longitud y altura y profundidad, y de conocer el amor del Cristo que sobrepuja al conocimiento, para que se les llene de toda la plenitud que Dios da."

– Efesios 3:14-19

 

    Esto no significa hacer de menos el Antiguo Testamento, porque contiene lecciones de fe y valor que son relevantes hoy. Suministró el fundamento para la revelación adicional de Dios mediante Cristo Jesús y proveyó, y lo continua haciendo, pautas sobre la conducta apropiada y los efectos del pecado. Pero cuando buscamos el mensaje de Dios para nosotros hoy, debemos buscarlo mas allá del Antiguo, y encontrarlo en el Nuevo. También deberíamos están al tanto de que en el momento que el Padre lo desee, Él y su Hijo pueden dar una revelación adicional de la verdad.

 

4. ¿Cómo podemos entender la Biblia?


    Ábrala. Léala. Medite en ella para que pueda ser receptivo a la dirección del espíritu de la verdad, y deje que el espíritu de la verdad haga su trabajo. Jesús dijo:


"Tengo muchas cosas que decirles todavía, pero no las pueden soportar ahora. Sin embargo, cuando llegue aquel, el espíritu de la verdad, él los guiará a toda la verdad, porque no hablará por su propio impulso, sino que hablará las cosas que oye, y les declarará las cosas que vienen."

– Juan 16:12, 13


    Aunque es cierto que Jesús ocasionalmente se refirió a versículos del Antiguo Testamento y explico y amplio su significado, la gran mayoría de sus enseñanzas consistía en ilustraciones —extrayendo lecciones de la vida real de las actividades cotidianas— y mediante su propio ejemplo viviente. Así que, la mejor manera de entender la Biblia, y específicamente las buenas nuevas, es mediante examinar la vida de Jesús y la manera en que él adoró al Padre.

 

    Comprendemos que nuestra respuesta tal vez sea controversial para algunos. Pero también creemos que si abre su mente, su corazón, y los ojos a un examine imparcial de la Biblia, usted llegará a la misma conclusión. El Padre "conoce bien la formación de nosotros, y se acuerda de que somos polvo." (Salmo 103:14) Él conoce cómo opera la mente humana y conoce la mejor manera de revelarnos su personalidad. Estamos rodeados de su gran sabiduría manifestada al poner un fundamento —el tutor— y luego al introducir su verdadera naturaleza y propósito eterno mediante su Hijo, quien "llegó a estar en la semejanza de los hombres." (Filipenses 2:7)

 

    Damos la bienvenida a sus comentarios.

 

“Elaia Luchnia”

 

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